Números Píos I.

agosto 27, 2010 - Leave a Response

rojo riguroso

Maravilloso mundo Internáutico: esfera acuosa en donde todo se reproduce maravillosamente, en toda su variedad y color, en cada lengua, en cada poro sensible, en cada cumbre,

Número Pío de la inteligencia, arrogante espuma de las olas, señales de todo lo perdido, que no se pierde, que se transforma en Magma donde brilla el cuño de la palabra, y el gesto que la acompaña, hacia el otro, otros, otros Mundos Inteligentes,

Traducciones de la Piedad, engastadas en líneas en donde la palabra es el metal más elegante y lábil, la poesía más intensa, el brote de la Piedra de la Locura más brillante y luminosa de la cápsula del pensamiento,

Sigo, busco aquél punto mágico del horizonte en donde cayó Una Estrella, voy hacia campos soleados y extensos, tengo mi Alma al borde, y busco ese precipicio, ese hombre que salta dentro de mí, luminoso, acrobático,
y aún desde la espina descarnada de mis huesos, de haber conocido otros mundos, paralelos al mío, existiendo,

Ahora me preparo para el Salto, para cuando llegue ese día de extender mis Alas y Volar.

Jorge Siga la Flecha, agosto de 2010

Los Patéticos

agosto 23, 2010 - Leave a Response

Me resulta absurda hasta la idea de sólo pensar en dejar de escribir, porque he aquí que lo anecdótico del caso pasa por que soy libre de decidirlo, pero sé que es imposible hacerlo, aún cuando la gente lo ve desde fuera como un don de dicha inenarrable, ser escritor es la mayor parte del tiempo una rara y compulsiva enfermedad, en la que el sujeto que escribe y ese otro que es escrito son los síntomas.

El escritor es un enfermo profesional, salido de la larga noche de la experiencia humana de pensar.

Ya sé, me dirán ¡qué vanidoso!, y es cierto, siempre se me ha censurado la “vanidad” de creerme escritor, de llamarme escritor, y escribir; yo mismo, el que escribe, presiento la fatuidad del momento en que tengo que aclarar que escribo, que a veces me gano un poco la vida con ello, y que mi experiencia con la gente, ya que soy un poco modesto, es que cualquiera puede conocer a un escritor, como cualquiera puede escribir, y hablar con la gente que no lo hace; a veces alguien me pregunta por cómo escribo, qué contenidos vuelco en lo que escribo, o si soy un novelista o ensayista, o qué, simplemente.

Pero cuando estoy junto a otros escritores, que los hay los hay, y bebemos vino, como los grandes poetas y los dioses, y enaltecemos nuestros discursos con frases elocuentes, sujetos importantes y predicados brillantes, siento que toda esa “enfermedad” de ser escritor, se desvanece, y reaparece la alegría de vivir siendo un escritor.

La apariencia puede ser o no ser importante, y aunque las etiquetas sean como la adjetivación compulsiva, síntoma de algunos escritores y chupamedias, me refiero a mí mismo como “moderno”, ya que en el XXI estoy escribiendo desde mi blog, y mi propia incomodidad habitual: mis paredes pasajeras, mis  pisos incompletos, y techos que se llueven cada verano.

Me tomo mis momentos para escribir, cuando lo creo necesario, y el primer síntoma que me ataca es el de sentirme una fibra transparente y microscópica en el universo, sabiendo que la fragilidad de la vida es tal, y la fragilidad de mi propia vida, que es extremadamente finita, me compulsan a escribir lo que debo escribir, porque si tiene alguna gracia, es que no se borra con el codo, es un momento único, y no lo repetimos infinitamente, porque todo el contenido forma parte del universo, siempre único.

Tengo mi lado negro, que es una locura crónica y prodigiosa, que me ata al castigo y la dicha de escribir, y cuando avanzo una letra, un pasito en la claridad de lo que debo escribir, celebro conmigo mismo; desde esta locura escribo, aún siendo un extraño, tratando de descubrir y extraer la piedra, con una extrema conmoción del ser, y pasión, lejos, muy lejos de la miseria de los hombres, de sus voluntades castradas y sus sueños de poder.

Comparto con otros escritores el exilio social y político, como un paria, soy atacado y censurado con chismes, maledicencias, usurpación, estoy en el ojo de una tormenta  que nunca quise presenciar, ni desaté: hay quienes dicen que soy esto o lo otro, que me la hago así o asá, que quiero esto, o aquello, y me repugna semejante manipulación de mi identidad, en un lugar en donde no tengo amigos, ni personas que me conozcan por lo que soy.

Me sentiría profundamente agradecido si todas esas personas que me atacan por la espalda, pusieran sus comentarios, en mis textos, en este mismo blog, en donde mis amigos (porque los tengo) más verdaderos me leen, y me dicen si están de acuerdo, o no, conmigo. Especialmente desafío a aquellas personas que dicen ser “mis amigos” en público, y en privado me aborrecen. Porque esto de escribir es una acción deliberada y mía, completamente mía, no tengo patrón, no escribo a sueldo, así que los contenidos que vierto podrán discutirse (esa es la intención), pero a la misma altura, desde la palabra y la construcción, porque a eso aspiro, esa es mi dicha, y no busco el engaño ni la corrupción, escribir es mi trabajo y me cuesta, me cuesta mucho a veces, hago sacrificios, tomo elecciones, y defiendo con mi firma lo que escribo.

Esto último suena a un tanto personal, pero es así, no se lo tomen a mal quienes me lean, y todos aquellos que saben que están en mi corazón, porque no se trata de ustedes, y se trata de gente advenediza en causas humanas y sociales, que me vienen impidiendo trabajar en la construcción de un proyecto de comunicación, incluso llegando a censurarme la palabra, groseramente en público, y después decir que son “amigos míos”, jeje.

Hace catorce años que vivo en esta Comunidad, y desarrollé proyectos únicos dentro de ella, trabajando free-lance, y muchas veces también en forma gratuita, en todas sus instituciones, pero desde hace un tiempo a esta parte, se me hace a un lado de todo, como a un bulto molesto, se dicen barbaridades de mi vida privada, y hay un entorno bastante desagradable para todos los comuneros, de la más agria y estéril censura, aunque a la vista del público no se saquen tantos “trapitos al sol”.

Quiero aclarar que no me mueve un pelo ningún rumor, y que esa gente que me ataca desde el poder no va a obtener nada de mí, y que la sociedad que tienen está enferma con un cáncer terminal, que fracasarán, y yo me iré y vendrán otros Jorge Siga, y Jorge Siga seguirá escribiendo desde donde esté.

Jorge Siga La Flecha, amaicha 23 de agosto.

La belleza no carece de horror.

agosto 10, 2010 - Leave a Response

La belleza posee ese don que la hace única, un pedazo de lo que sólo atinamos a llamar Dios, en el buen sentido, con mayúsculas, una porción de luz en el Universo, una partícula de Eternidad.

Esa misma belleza que se expresa en cosas únicas, que viven y vibran, y también sufren, y hasta se agotan o desaparecen, una sóla gota de eternidad, frágil y transparente: un sólo beso.

Pero no todo es belleza, en la belleza.

En “Nosotros”, como contracara, está el horror, el rasgo epiléptico, el balance, la parte humana.

Si no fuera por este argumento, la noción de belleza carecería de punto de comparación, y se hundiría en la parsimonia del olvido contemporáneo; nada más lejos, de mis propias convicciones, que sulfatar la peperuza en ácido sulfúrico , para transformarla en una señora vieja y con síndrome de maldad, nada más lejos de mí; la misma belleza carga con su horror todo el tiempo, de ahí la vanidad del arte, su especificidad, que vendría a ser algo así como la profundización de la sensación que deja la belleza, en los humanos, y sus vínculos con el horror.

Ahora bien, la belleza humana es la que a los humanos más deleita, y esto lo digo abarcando todos sus sentidos, los sentidos en los cuales los seres humanos consideramos nuestra propia belleza: en mí, y en nosotros, en vos, en usted, y llegado al punto de hacer confesiones, yo creo en la belleza con su costado humano, con su huella digital, su cicatriz. Porque profundizando en la noción de belleza, me encuentro que seducido hasta por la idea de belleza, la belleza en sí me llama la atención por su defecto, que la hace única, a la cosa bella, a la belleza. Después está esa luz, poderosa, de la belleza, que ciega unos instantes, deslumbra. Y eso tal vez sea todo.

Piensen ustedes en la más fantástica bailarina, cuya carrera se sesga por un accidente automovilístico, a los 17 años, y que dedicará después su vida, a la enseñanza, yo digo ¿no estaba trazado un destino ligado a la belleza estética de la danza, para ella?… Y sin embargo, ahí en el medio, está el horror, de perder su carrera, sus sueños, y digo “sin embargo” como si careciera de sentido, o no supiera que la belleza está pegada al horror, al defecto, al accidente o enfermedad, que en algunos casos termina consumiendo la poca belleza de la cosa, y en muchos otros casos realza la belleza y la lleva a su mejor brillo.

Fíjense qué importante llega a ser la belleza, y tan importante que casi ni sentido tiene, y es que el universo mismo es creador de belleza, nosotros somos creadores de belleza, y belleza también: con su costado flaco, su bastón, su vicio, su inconveniencia, cada uno con su “pagadiós” y su petate, cada luz con su propia sombra, el blanco y el negro, nuestra aspiración de eternidad y nuestra muerte también. Cada uno con su mochila.

De la vida me llevaré toda su belleza, absolutamente toda hasta la última gota: un buen vino, un asado, los amigos, las mujeres, el amor, algunas charlas, las sonrisas, las palabras, cada beso, cada caricia, cada abrazo, el viento, el sol, la lluvia, los ríos, la mar, los pájaros, los caballos, los gatos y perros, las nubes, los libros, películas y músicas, la memoria, las luchas, el compañerismo, todo, todo eso, y cada circunstancia en que se produjo en mí, me lo llevo.

Después, supongo que con eso vendrá también parte de “lo otro”, el “pago”, el “balance”, la “humanidad”.

Jorge Siga La Flecha, amaicha del valle, 10 de agosto de 2010.

Pensar el mundo…

agosto 8, 2010 - Leave a Response

Pensar el mundo desde Amaicha, si hay alguien que desde Ginebra, mientras mira los fuegos artificiales, está pensando en Amaicha, es posible.

Tengo un amigo sibarita, que cada tanto salta desde Yerba Buena o la Ciudacita, hacia los Himalayas, y recorre Katmandú como si paseara por los callejones de Los Zazos, mirando, anotando, describiendo las cosas que lo entusiasman y lo invitan a seguir caminando.¡ Brindo por mi amigo, que cree en las maravillas de la Tierra!.

A mí me pasa algo parecido, aunque ya no viajo: desde el lugar en donde me encuentro puedo ver y sentir toda la diversidad del planeta. No me agrada explicar estas sensaciones desde lo racional, conozco todo el repertorio que podría explicar lo que me pasa (desde la esquizofrenia, pasando por el recuerdo, la epifanía o el deja vù), sino que me aboco a profundizar en estas sensaciones, casi siempre liberadoras, que me ponen en contacto con el planeta y la humanidad.

Es inquietante, para mí, pasearme por el mundo mientras estoy en Amaicha, ¡já!, ¡cómo si Amaicha no fuera de este mundo!, pero no se trata sólo de un juego de palabras, no, todo lo contrario: me sucede que me recuesto a dormir la siesta, y en la duermevela, a merced de los vientos de agosto, me paseo por las playas del sur de Chile, y llega un momento en que el viento ya no es viento, sino la canción de las olas, o también me sucede que cuando camino en la mañana hacia la panadería, una ráfaga de aire fresco desde el Aconquija me transporta automáticamente a la frontera entre Francia e Italia, y estoy caminando en los alpes del Mont Blanc, o el olor del pino quemado que me lleva hasta Barcelona, o las fragancias de la comida que me pueden llevar por el mundo entero.

Por eso, cuando escribo sobre Amaicha, suelo estar escribiendo sobre un millón de cosas similares o diferentes, análogas o recíprocas, y ni siquiera sé si es útil escribir sobre situaciones tan diversas, y a la vez tan íntimas, propias, “descolgadas” de mi propio mundo e imaginación, y a veces percibo que “Amaicha” es tan sólo la base de datos, la urdimbre tendida en la que mis palabras se entraman como un tejido: la antena desde la que recibo señales de un mundo lejano y siempre diferente.

Jorge Siga La Flecha, agosto 8 2010, amaicha del valle.

¡Amaicha Libre!

agosto 6, 2010 - 2 respuestas

Muchos no me creen cuando hablo de Amaicha, piensan que uso la ironía y que hablo metafóricamente de otra cosa, piensan tal vez que puedo estar hablando de una muchacha, alguien de quien estoy enamorado, y que por eso mis delirios no merecen ser leídos atentamente; no faltaba más, por eso hoy uso mi blog como escudo, colgaré un “estado” en feisbuc, y que quien quiera leer me lea como corresponde, desde mi propia casa.

La famosa Cosmovisión no es un ente dorado ni religioso, no hay pueblo  que no tenga, por mínima o gigantesca que fuera, su Cosmovisión, la que proviene de la Cultura, que nos amasa y fermenta a lo largo de la vida, y aún después; pues bien, dejemos de tenerle miedo a las palabras, porque éstas son muy traviesas, y aunque dejemos de nombrarlas, siguen su vida, y recogen de los referentes prácticos, significados, extensos, que les dan sentido.

Ayer hablé desde mi más profundo amor, que siento por el pueblo de Amaicha: de todo, de sus vidas, sus caminos, sus historias, sus signos y porqués, sus disputas y amores, y lo hice por una cuestión práctica, pues estaba mortalmente aburrido y quería dedicarme a escribir sobre cosas bellas. Nada más. Este no es el cuento que se come al lector, aquí es devorado el que escribe.

Y si bien pueda haber quien escriba y describa mejor lo mismo, juro por estas palabras que escribo, que sí, que amo amaicha, que la llevo en mi corazón todo el tiempo, que late en mi sangre, y finalmente se escurre por mis dedos hacia el teclado.

La explicación, por supuesto, no la tengo, y no me impide armar mis oraciones para escribir todo lo que siento.

Lo que sé, inevitablemente, es que aunque nuestro presente no sea un jardín de rosas, sin embargo, tengo la sospecha de que hubo tiempos mejores, y podemos vivir tiempos mejores; dudo, a veces, de tanta cacofonía académica y espiritual que pulula entre estudiantes inadvertidos y profesores tontos, nada más necio; y cuando digo que el pueblo de Amaicha tiene su “esencia superior” no me refiero tanto quizás a una teoría cósmica de unos genes y una raza en particular, sino que me refiero más a cosas que son comunes a todos los pueblos: a cada santo su San Martín, y si bien, por mi formación y cultura, yo siento esa mezcla de sangres tan beneficiosa, aquí por entre estos cerros, no le quito tampoco a ningún pueblo del mundo la voluntad de sentirse orgulloso de sí.

Yo me siento orgulloso de Amaicha, y pienso que el pueblo puede dar muchas cosas, puede dar cosas que ni siquiera imagina, pero no porque yo sea un brujo y vea en la bola de cristal, sino porque veo pasta, veo madera, veo tela para cortar, ¿cómo podría ser más gráfico?… podríamos tener muchos  científicos, artistas, poetas, periodistas, artesanos, médicos,  músicos, teatros, salones, cines, cafés, diarios, libros propios, en fin, toda una identidad completa. Y creo que durante mucho tiempo esto se ha ido forjandob en Amaicha, bien o mal, pronto o lejos, sin prisas, sin pausas: tenemos voluntad de ser y de crecer, y esto es lo más divino y lo más difícil de obtener para un pueblo. De aquí en adelante todo es futuro, nuestro futuro.

¿Epifanía? ¿Recuerdo? ¿Deja vû?…

Soy conciente que vivimos tiempos difíciles, pero sé que vamos a cambiar, y creo que el secreto para que haya un cambio real, es mirarnos con un poco más de respeto a nosotros mismos y a todos los demás, a cada persona, valorizar cada acto que nos beneficie como sociedad, cada espacio que abrimos, cada intento de construcción.

Jorge Siga La Flecha, amaicha del valle, 6 de agosto de 2010.

Por una Sociedad sin Abusos

julio 13, 2010 - Leave a Response

El abuso en una sociedad es la relación de fuerza en la que la desigualdad provoca la sumisión de la parte más débil, de la que el fuerte se aprovecha, despojándola de sus derechos y libertades, sólo con la condición de obtener cada vez más provecho de su situación de amo y señor, dentro de la esclavitud.

Este sistema comporta perjuicios inenarrables a la sociedad y cultura en que se ejerce un poder de esta naturaleza: pierden la capacidad de asociarse, de vincularse y solidarizarse entre sí, los sujetos; se pierde irremediablemente la transparencia con que debe funcionar una sociedad: se vuelve todo oscuro y denso, y mucha gente va a parar a la olla del rico y todopoderoso, que lo subyuga con su dinero de Patrón.

Durante mucho tiempo, muchísimos años y siglos, por medio de distintos métodos, estos «sociópatas» (y está bien que lo diga así) han engañado a todo el pueblo, para seguir humillándolo para siempre, porque así sus vidas son más cómodas, y mejores son los beneficios que se obtienen de la esclavitud de la gente; proyectan la ilusión atávica de que algún día el esclavo será Patrón como su dueño, y esta vil mentira es mentira desde que la historia es historia, porque ningún patrón desea que su esclavo se transforme en «dueño»,por eso este «abusón» o «cabeza» va a tratar de obtener bienes hasta límites inimaginables, aumentando, de paso, la desigualdad y la debilidad de quienes le obtienen el sustento.

Son los «dueños» de todo, menos de los corazones de su pueblo.

Pero como los pueblos crecen y cambian, y aprenden, como los niños y los mayores, les llega el día de reclamar su libertad, volver a sus derechos, reinstaurar su principio de soberanía, y despojar al «abusón» de sus ilegítimos poderes: para terminar con la desigualdad instaurando derechos y libertades, Garantías civiles y universales, volviendo a ejercer en sí mismo la capacidad de asociarse, vincularse y solidarizarse entre todos los individuos y grupos que componen la sociedad.

Hoy estoy más que contento, me dí cuenta que la sociedad y las culturas pueden ir creciendo, y que es mentira que con el transcurso del tiempo sólo quede la barbarie, porque no responde a ninguna lógica: Humana ni Universal.

Jorge Siga La Flecha, for friends of mind.

Rumor de una Hipótesis

junio 26, 2010 - 3 respuestas

Habrán pasado unos veinte días desde que fue encontrado el cadáver de la comunera Esperanza Nieva, y aunque todavía no se ha atrapado a los autores materiales de su asesinato, cunden las precisiones acerca de una presunta imputabilidad intelectual del hecho.

Una de las hipótesis más escuchada en todo rumor y chisme, sería la de la muerte de Esperanza Nieva como una advertencia para mucha gente del pueblo, para meter miedo, para continuar con la impunidad, y si fue así, ha tenido resultados.

Aquí también podrían añadirse aleatoriamente otras hipótesis, más específicas: como por ejemplo la Venganza, y la Codicia.

Venganza porque Esperanza Nieva era una luchadora de la Primera Hora, de un núcleo de gente histórica de Amaicha del Valle, y aún en su ancianidad continuaba prestando su presencia política, en carácter de simple comunera; incluso una semana antes del crímen, durante la Marcha de los Originarios estuvo reunida, junto al cacique, con la Sra. Alicia Kirchner, la ministra de Desarrollo Social de la Nación.

El ámbito de la política genera enemigos, todo político tiene enemigos, y las venganzas las realizan los enemigos.

Y codicia, por supuesto, no por las cosas materiales que tenía en su casa, de campesina: algún dinero que nadie tocó, su pensión, o un apero para el caballo (que se ha dicho), sinó quizá por alguna propiedad que la comunera Esperanza Nieva tenía, y ahora tienen sus herederos, en la zona de “Los Cardones”, si bien recuerdo.

La zona llamada “Los Cardones” merece un párrafo aparte, ya que es sumamente rica en agua, agricultura, monumentos indígenas (el pucará), y hasta me atrevería a decir que tiene potencial “minero” (no sé cuántos años atrás oí de algún conocedor que hubo varias prospecciones mineras entre Amaicha del Valle y Tafí), pero aunque no lleguemos tan lejos de la mano de Midas, solamente el potencial turístico de “Los Cardones” alcanza para despertar codicia, en las almas codiciosas. Y el mercado del turismo, los empresarios, están avanzando sobre esta parte mucho tiempo olvidada del Valle Calchaquí, en forma masiva, y a veces hasta un poco invasiva y violenta.

Ya ven, estoy tratando de analizar cuáles podrían ser los móviles, de acuerdo con la hipótesis de un “asesinato encargado”, que es cada vez más evidente para mucha gente, y que se basa en algunos datos particulares: encubrimiento, amenazas, silencio, no robo, y todo un clima interno que parece una caldera a punto de estallar. Incluso hay quienes quieren ver en la forma brutal con que fue tratada Esperanza Nieva antes de morir, un mensaje “mafioso”.

Hay otros ciudadanos y comuneros que, sin embargo, prefieren que todo se olvide de una vez, que se entierre su cadáver, y chau, y se irritan sobremanera cuando se menciona el asesinato, y bueno, qué sé yo, alguien imputa esta conducta al miedo y su relación con los avestruces, y el “no te metás”, y “hoy juega Argentina”.

Por otra parte no estoy de acuerdo en absoluto con querer “despolitizar” esta causa; esta causa debería reivindicar nuestra política: política de paz, política de territorio, política de integración, política de futuro, política de Verdad y Justicia, política de autonomía de los Pueblos y Naciones, política de Culturas Originarias, política de tolerancia y respeto.

Jorge Ernesto Siga

Mensaje de Paz

junio 22, 2010 - Una respuesta

Hay con toda esta cosa de la cultura, ciertas estilísticas, formas y convenciones que acompañan a los contenidos profundos del ser; algunas veces creemos ser muy superficiales al quedarnos comentando cosas que de por sí son triviales, como alguna forma de asar la carne, cocinar el maíz o dar la teta, pero en sí somos muy superficiales también, en lo más profundo, porque aún acreditando lo que vemos, finjimos no verlo, no hacemos comparaciones, no «juzgamos»: esta es la sociedad del silencio, cuando discriminamos no entre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, sino en qué és lo que más me conviene o simplemente «me gusta», porque ésa mísera conciencia moral estamos acostumbrados a tener; por eso nuestra celda está llena de aparatos e intermediaciones que afectan hasta nuestros sentimientos, nuestro gustos profundos: todo lo pagamos, todo lo comemos, no nos «privamos» jamás de ningún deseo; eso es en la esfera de lo meramente «personal»; luego, hacia arriba, que están la «familia», los «vecinos», el «barrio», la «comunidad», lo común que suele ser tan especial, ahí fallamos: ¡Púm!, y es ahí que creamos escenarios de «terror», psicológico, digital, en 3D…

Sociopatías, Comuneropatías, filopatías, en donde se gestan los odios familiares, los resentimientos comuneros, la angustia de ser y no ser, por estar guachos de Cultura, de nuestra Cultura, nuestra Cultura Diaguita, Nuestra MammaPacha, nuestro Camino y nuestros Sueños; por supuesto que no puedo ser tan superficial como para negar que hay quienes trabajan para negarnos el sueño, para aplastarnos, para humillar nuestra intelligentzia, nuestro coraje, nuestras ganas de ser mejor, y ellos tampoco duermen pensando en cuál es el daño que le van a ocasionar mañana a su amigo-enemigo, como van a tratar de frustrar su vida y sus afectos, de qué diabólicos recursos «humanos» se van a nutrir para que su deseo de anular a otros, de destruir la sociedad Madre, la Mamma Paccha, para beneficiarse de: su insaciable apetito de destrucción, su voraz vocación Homicida,

¿puede ser un solo hombre?, ¿pueden ser unos cuántos?, pero nunca será la sociedad toda, la Pachamama, la que atente así contra la vida; por eso yo quiero dejarles un mensaje de paz a los Comuneros de Amaicha del Valle, y decirles que estamos cerca de tener justicia, justicia por Ella, por El, por Nosotros todos, y por la transformación que necesitamos como Cultura para ser Nosotros: los que no tienen miedo, los que crecen y siembran, los abuelos que saben, los Niños, las Estrellas brillan en El Cielo de Amaicha.

Besos.

Y Cariños, de Siga La Flecha.

A cada Santo, su San Martín

junio 14, 2010 - Leave a Response

No venía yo quejándome los últimos tiempos del aburrimiento que había en Amaicha, de la falta de sucesos, en fin, mirá vos en qué terminó todo esto.

Un mes atrás se reunió en Asamblea un grupo golpista de la Comunidad Indígena, y decretó desde la oscuridad un cambio profundamente moral, para Amaicha del Valle. Según oí ayer mismo, este cambio apunta a una «purificación» o «limpieza», a la «seguridad», con la reposición del cacicazgo otra vez en manos de, «reposición» que es eufemismo de golpe de estado.

Pero desde hace muchos, muchos más años que este pequeño e indecoroso incidente, hay en el Valle Calchaquí una guerra permanente, y fraticida, por la posesión de las tierras. Algunos clanes y algunas familias han adherido aún al crímen, sólo por motivos territoriales, y si miramos hacia atrás, en la historia del pueblo, podemos recordar toda una serie de hechos criminales: como toma de propiedades ajenas y comunitarias, ventas masivas de hectáreas completas, venta de biodiversidad, puñaleaos, envenenamientos y huesos rotos, quema de tractores, aprietes y abusos.

Con el tiempo, la identidad y la fortaleza de mucha gente, le fue haciendo un muro de contención a aquellos que creen que un crímen puede resolver alguna situación, hemos trazado una raya con «cierto pasado», y no queremos permitir más el atropello a nuestra dignidad, por la violencia y el miedo. Por supuesto que estamos de pié para decir ¡BASTA DE IMPUNIDAD!, ¡BASTA DE INMUNIDADES!, ¡BASTA DE IMPROVISACIONES, y BASTA DE MALDAD!.

Queremos nuestros derechos y garantías de humanos en forma completa, total, con cada minuto de nuestras vidas, y de las vidas de nuestros hijos y nietos, y aquellos que no son «extraños», y son nuestros vecinos.

Y todo esto, mis amigos y vecinos, es un cambio, es un Hecho Social, es Política.

Los Extraños

junio 14, 2010 - 2 respuestas

Ayer se habló desde la radio de Ampimpa de “extraños”: una “extraña” argumentación sobre la cantidad de gente “no-comunera” que existe en este pueblo de Amaicha, pero lo que me llamó más la atención es que simplemente se le dijera “extraña” a mucha gente que vive aquí, algunos desde hace muchos años, e inclusive siendo comuneros, los “extraños”; había alguna especie de acusación connotativa implícita en el hecho de llamarlos “extraños” genéricamente: casi todos nos conocemos por nuestros nombres, nos saludamos, y si bien no siempre estamos muy simpáticos, nos tratamos con respeto. Extraños o no extraños, el respeto es una buena medida, y nadie puede violar nuestros derechos humanos, incluso los “extraños” tenemos a veces unos cuantos conocidos, y el hecho de que llamen “extraño” a alguien que uno conoce, se siente como falta de respeto. Hasta creí que ahí mismo iban a dar una lista de “extraños” para el paredón, pero después concluí que una lista de “extraños” es imposible, porque nadie conoce a los “extraños”.

Jorge Siga